5. 5 meses.
No hay un día que no pensara en esto. En Ana, en ustedes, en las calorías. Kilos y kilos acumulándose en mi cuerpo - y yo sin poder hacer nada para evitarlo -. No es ni la primera vez ni va a ser la última. Esta enfermedad me sigue y es siempre igual. Es como si tuviera un modo que pasa de activo a pasivo. Y sin darme cuenta de un momento al otro se activa y me vuelve a consumir. En realidad nunca me dejaste, nunca me soltaste.
Creo que es necesaria una explicación. Yo - que venía tan bien - tan enfocada me quebré. No sé muy bien que paso pero no pude más y vomite absolutamente toda la horrenda verdad. A quien? A él, mí querido novio. Le dije todo, absolutamente todo. Le hablé de las mentiras, de las culpas, de la ansiedad infinita. Automáticamente como se lo dijo me hizo prometerle que pararía con todo esto o hablaría con mis papás. Empezó a controlarme sin respiro. Cada almuerzo, cada cena. Todo se lo tuve que decir.
Por un lado me destruyo, porque vi como mis esfuerzos se esfumaban, por el otro lo vi feliz y eso me hizo feliz, hasta ahora. A quien quiero engañar? A medida que engordaba podía verlo a el mirándome de reojo la panza, o haciendo comentarios sobre lo que comíamos o algo por el estilo. A él no le gusta mi enfermedad pero si le gustaba lo que hacía con mi cuerpo.
Hoy vuelvo a enfrentarme con mi cuerpo y mi realidad. No tengo idea cuanto engordé pero sé que el daño está hecho y es grave, es grande. Hoy vuelvo a controlar absolutamente todo lo que entra en mi boca como una maniática. Contando toda caloría posible, cada gramo, cada cosa.
Hoy me siento en deuda conmigo pero también con ustedes. Una disculpa no alcanza. Mi cuerpo me reclama delgadez. Y yo me reclamo poder y fuerza de voluntad. Metas, miles. Comienzo, inmediato.
Ayer, hoy, mañana, siempre en mi mente, Ana, siempre entre mi cosas, hurgando en lo profundo, despedazando toda esperanza de ser normal, anhelando la perfección con cada centímetro de mí ser.
No hay un día que no pensara en esto. En Ana, en ustedes, en las calorías. Kilos y kilos acumulándose en mi cuerpo - y yo sin poder hacer nada para evitarlo -. No es ni la primera vez ni va a ser la última. Esta enfermedad me sigue y es siempre igual. Es como si tuviera un modo que pasa de activo a pasivo. Y sin darme cuenta de un momento al otro se activa y me vuelve a consumir. En realidad nunca me dejaste, nunca me soltaste.
Creo que es necesaria una explicación. Yo - que venía tan bien - tan enfocada me quebré. No sé muy bien que paso pero no pude más y vomite absolutamente toda la horrenda verdad. A quien? A él, mí querido novio. Le dije todo, absolutamente todo. Le hablé de las mentiras, de las culpas, de la ansiedad infinita. Automáticamente como se lo dijo me hizo prometerle que pararía con todo esto o hablaría con mis papás. Empezó a controlarme sin respiro. Cada almuerzo, cada cena. Todo se lo tuve que decir.
Por un lado me destruyo, porque vi como mis esfuerzos se esfumaban, por el otro lo vi feliz y eso me hizo feliz, hasta ahora. A quien quiero engañar? A medida que engordaba podía verlo a el mirándome de reojo la panza, o haciendo comentarios sobre lo que comíamos o algo por el estilo. A él no le gusta mi enfermedad pero si le gustaba lo que hacía con mi cuerpo.
Hoy vuelvo a enfrentarme con mi cuerpo y mi realidad. No tengo idea cuanto engordé pero sé que el daño está hecho y es grave, es grande. Hoy vuelvo a controlar absolutamente todo lo que entra en mi boca como una maniática. Contando toda caloría posible, cada gramo, cada cosa.
Hoy me siento en deuda conmigo pero también con ustedes. Una disculpa no alcanza. Mi cuerpo me reclama delgadez. Y yo me reclamo poder y fuerza de voluntad. Metas, miles. Comienzo, inmediato.
Ayer, hoy, mañana, siempre en mi mente, Ana, siempre entre mi cosas, hurgando en lo profundo, despedazando toda esperanza de ser normal, anhelando la perfección con cada centímetro de mí ser.
